Con la novedad de que el plan presupuestal del gobierno mexicano para el año 2020 trae, entre otras propuestas, la intención de poner Impuesto Sobre la Renta (ISR) a
las ventas por catálogo, de manera que las empresas que llevan ese tipo de negocios tendrían que retener la cuota correspondiente de las ganancias de sus clientes-vendedores, además de obligarlos a incorporarse al régimen fiscal.
El tema es que las ventas por catálogo en México son una ocupación de los sectores populares, personas que no tienen acceso a empleos formales y cuya única forma de ingreso es esa.
La venta por catálogo es un ingreso para los sectores vulnerables
Al menos en México el grueso de los vendedores por catálogo son mujeres, madres solteras, y adultos mayores que no tienen acceso a empleos formales, estudios universitarios o salarios altos. Esta forma de negocio les permite ir cubriendo sus necesidades básicas primarias y no les requiere horarios fijos o un gran
desplazamiento.
Poner un impuesto a un sector tan vulnerable es dejarlo aún más desprotegido, pues difícilmente va a encontrar otra forma de subemplearse por sus propias
características.
Las madres invierten su dinero en el hogar
Más del 90% de los vendedores por catálogo en México son mujeres y una buena parte son madres solteras, por lo que las ganancias se invierten directamente en temas como bienestar, educación y salud de sus propias familias.
Si tomamos en cuenta que estas mujeres no pueden acceder a un empleo formal, a tiempo completo, porque tienen que cuidar de sus hijos, significa que la venta por catálogo es casi lo único que les permite llevar ingresos a casa y procurar el
desarrollo integral de sus familias.
Gravar los catálogos sería desproteger aún más a los sectores vulnerables
Si el sector vulnerable de la población, mujeres y ancianos, no tiene acceso a empleo formal, seguridad social, ahorro para la vivienda o incluso al cuidado de menores en las estancias infantiles que recientemente perdieron el subsidio del gobierno
mexicano, ¿entonces qué es lo que tienen?
El trabajo de venta por catálogo permite que especialmente este sector, que además en su mayoría es de escolaridad baja, pueda acceder a temas tan básicos como alimentación, medicinas, atención médica o materiales escolares, cosas que el
gobierno no provee y que de otra forma estas personas no podrían pagar.
Ponerle un impuesto a algo que alimenta a los más desprotegidos es dejarlos todavía más vulnerables frente a la desigualdad social que apremia en México.
Poner un impuesto elevaría los precios y bajaría las ventas
Si las empresas de catálogo pagan un impuesto por sus productos, entonces
inmediatamente deben subir sus precios , lo que llevaría a una crisis en el sector por una baja en ventas. La venta por catálogo, al menos en su mayoría, refiere a bienes de consumo
secundarios, productos que no son de primera necesidad y que se dejarían de comprar en caso de que una elevación en el precio.
Una baja en las ventas golpea directamente a los vendedores, quienes tienen esta forma de trabajo como un ingreso extra que les ayuda a ir cubriendo sus necesidades. ¿Qué van a hacer si ya no venden porque sus productos ahora son más
caros?
No se puede gravar algo que no se ha vendido
La forma de operación de las empresas de catálogo impide, por naturaleza propia, poner un impuesto a esta forma de actividad económica. El asunto es que el impuesto pretende gravar una actividad empresarial, pero las compañías no tienen
forma de saber si las personas a las que entregan los catálogos y los productos realmente hacen eso; es como si una tienda de conveniencia cobrara un impuesto de actividad empresarial a sus compradores porque quizá ellos podrían salir y vender lo que han comprado ahí.
Las empresas por catálogo no pueden sustituir al SAT
Uno de los puntos que establecería esta nueva disposición es que las empresas serían las encargadas de inscribir a sus vendedores en el Registro Federal de Contribuyentes (RFC) para asegurarse que cumplan las disposiciones y se hagan los
cargos correspondientes. Sin embargo, eso es una total contradicción porque se trata de una tarea del Servicio de Administración Tributaria (SAT) y también se establece que éste no podrá ser sustituido por nadie en sus obligaciones.
El impuesto a los catálogos pronuncia la desigualdad de género
El sector de la venta por catálogo es casi exclusivo de las mujeres, la mayoría de los vendedores pertenecen a ese género y con ese ingreso logran paliar un poco las
desigualdades con el sexo masculino como la brecha salarial o la ausencia de ellos en el hogar, que las lleva a no poder ausentarse para buscar mejores ingresos.
Si se agrega un impuesto a los vendedores de catálogo se estaría afectando directamente a las mujeres, que de por sí ya tienen bastantes dificultades en un país donde la desigualdad de género es ley.
Es un golpe directo a la industria del calzado
Buena parte de la industria nacional del calzado opera directamente por las empresas que venden por catálogo, gracias a lo cual mantiene cierta estabilidad en sus ventas.
Pese a lo anterior también se sabe que la industria del calzado en México está en crisis desde hace varios años, primero porque en general el país vive una desaceleración económica, pero también porque las importaciones ilegales de calzado chino golpean directamente en las ventas y ejercen una competencia desleal que es imposible combatir.
Si se gravan las ventas de calzado por catálogo estaríamos hablando de una baja en ventas, lo que significa menos ingresos, recorte de personal y el empeoramiento de una crisis financiera que ya existe en el sector.
Un impuesto a los catálogos empuja a la informalidad
La venta por catálogos aún pertenece a un sector económico formal, pues a pesar de que los vendedores directos no reportan sus ingresos, las empresas sí lo hacen y cumplen con sus obligaciones fiscales. Es así que toda la gente que vende por catálogo aún contribuye, de manera indirecta, a la recaudación fiscal.
El asunto es que si se coloca un impuesto a la venta directa y hay una baja en ingresos, muchos vendedores van a huir hacia el sector informal para buscar mejores ganancias.
¿De qué serviría empujar a buena parte de la población a integrarse al empleo informal, si se supone que lo que se busca es formalizar y aumentar la recaudación fiscal?
¿Cómo se puede poner un impuesto al sostén de millones de hogares?
En muchos casos, especialmente en aquellos donde las mujeres son el pilar de los hogares, la venta por catálogo es prácticamente el único ingreso que permite subsistir a las familias.
Es así que agregar un impuesto es golpear directo a su bienestar y su desarrollo, desestabilizando por completo la economía familiar que no refiere lujos, sino cosas tan básicas como la salud, la educación y la alimentación.