Viajar en metro puede ser una experiencia tan extraña, que ni el más fresa debería privarse de tener. La verdad es que a veces resulta divertido viajar en el metro, con todo ese mar de gente, y es que con todos esos peculiares personajes, es inevitable ir identificando estos tipos de pasajeros:
-
¡El gandalla!
Es esa persona que, desde antes de que llegue el tren, ya está aventándose para pasar primero, que da codazos si le robas sus preciados cinco centímetros de espacio vital, y que empieza a meter las nalgas al asiento de la persona que ni se ha acabado de parar, con tal de que nadie más se lo gane.
-
La damita Godínez
Es esa vanidosa doña que, de camino al trabajo, anda arreglándose para dar el gatazo y domina el fino arte de delinearse perfectamente los ojos y de no picarse con el cepillo del rímel, a pesar de los bruscos movimientos del tren. Las más osadas, hasta traen puesto el tubo, para que su fleco quede bien chulo.
-
El letrado
En el metro cada segundo cuenta, así que no falta el que aprovecha ese tiempo para leer, hacer tarea o estudiar, jugar Candy Crush o hasta sacar la tablet para ver una peli. ¡El tiempo es oro!
-
Los tortolitos
Son esas parejitas que no pueden contener su amor, y van en pleno faje en lo que llegan a su destino, mientras todos escuchamos esa dulce melodía de sus besos tronados, y sus babas pasando de una boca a otra. ¡Iugh!
-
El Brayan
Los tortolitos nos llenan los oídos y los Brayan nos llenan la nariz. Son esos hombrecillos, como de 150 cm. de altura, que vienen de chambear. Entiéndase que se la han pasado sudando todo el santo día, y no han tenido tiempo de reaplicar su desodorante. ¡Mejor que bajen las manos por favor!
-
El dormilón
Es ese muchachito que, en cuanto se sienta, cae rendido a los brazos de Morfeo. La mayoría cuenta además con un sexto sentido, que los despierta, justo antes de llegar a la estación en la que bajan.
-
El que finge ser el dormilón
Este personaje no es precisamente un alma caritativa; así que cuando sube una embarazada, una viejita o alguien con un bebé, se hace el dormido para no tener que ceder su asiento. ¡Vaya tipo!
-
Los guerreros
Es ese que, cada que se sube al metro, saca a relucir el Leónidas que lleva dentro. Si ya no alcanza a entrar al tren, desde afuera le echa un empujoncito al que está a punto de ser aplastado por las puertas para que entre; cuando se sube, lo hace con los codos doblados para protegerse, como si trajera cargando un escudo; y si ve que ya está muy atascado el tren, se pone duro como roca para que nadie más pueda entrar. ¡Es toda una guerra de Espartanos!
-
Los acosadores
No todo es color de rosa en el Metro, también existe un tipo de persona detestable. El que aprovecha que el vagón viene muy lleno y se pone a acosar a las mujeres. Si te toca la mala suerte de encontrarte uno, por lo menos dale una patada en donde ya sabes.
-
Los guapos
Definitivamente, nuestra parte favorita de ir en el metro es cuando, de pura casualidad, se llega a subir alguien guapo o guapa, y aunque sentimos que el amor ha llegado a nuestra puerta, la realidad es que, así como se sube, se baja, y jamás lo volvemos a ver. ¡Un amor fugaz!
Moraleja: Viajar en metro es casi una experiencia religiosa, como diría Enrique Iglesias, así que, si tienes que subirte por necesidad, practicidad o lo que sea, no anden enojados por la cantidad de gente que hay, y mejor disfruten de sus alrededores, tendrán una historia que contar. Ah, y ante todo, respeten a los demás.